Acción, Reacción, Siempre lo mismo. (Felix. Privado)

Me encontraba en un bosque de Alemania. Era el lugar al que siempre me gustaba ir cuando no tenía que salir a hacer algo importante de la guardia. Me senté en una piedra muy grande que estaba allí, recordando los sucesos de antaño, cuando vine la vez anterior a este lugar. Me encontré con un hombre grande y musculoso de ojos rojos y muy alto que había llamado mi atención completamente. Me dijo que era un Guardia Vulturi y eso me preocupó, porque sabía que no debía relacionarme con ellos. Yo obviamente no le conté nada de mi clan, porque todo era un secreto, pero sin embargo tenía que andarme con cuidado... Lo que me sorprendió de todo esto fue que el enorme vampiro me llamó la atenciñon de una manera poco lógica. Era tan lindo, tenía unos ojos rojos brillantes y hermosos y una complexión fuerte, como un luchador, quizá más. Era hermoso.

Luego de verlo aquella vez, estuvo varios días rondando por mi cabeza, Felix, me dijo que se llamaba. No quedamos en volvernos a ver, pero yo quería hacerlo, así que decidí volver al punto neutro, a ese lugar donde lo encontré por primera vez. Esperando a ver si por alguna casualidad él aparecía por allí y me hablaba de nuevo.

Llevaba un rato bastante largo en ese lugar, pero nada importante para el tiempo de un vampiro. Sólo me dediqué a dejar vagar mi mente por recuerdos y formas extrañas que no sabía de donde salían. Después de un buen rato, me cansé de estar allí sin hacer nada, así que decidí internarme un poco más en el bosque. El aroma de aquel vampiro estaba allí, en ese lugar... Sin embargo no lo seguí, no estaba tan desesperada. Sólo inhalé varias veces su aroma, y al poco tiempo me di cuenta de que su olor se hacía más fuerte mientras pasaban los segundos. En cuestión de minutos, vi una sombra negra, pasar por allí, pero iba tan rápido que no pude saber quien era. Seguí la sombra, que rápidamente se puso a mis espaldas y me habló.

Cuando escuché la voz de la persona que me hablaba inmediatamente supe de quien se trataba. Era él, Felix estaba allí. Sonreí mientras tapaba mis ojos con sus manos. Me habló de nuevo y percibí su aliento dulce y agradable.

- Me parece que eres exactamente a quien vine a buscar - le respondí con la voz más cautivadora que tenía. Sonreí y me deshice de sus manos para voltearme y mirarlo fijamente a los ojos.

Seguí la trayectoria de su mirada con la mía y sonreí todo el tiempo que llevaba allí. Besó mi mano elegantemente y yo sonreí aún más radiante por ese gesto. Me parecía muy lindo y educado de su parte, aunque él no sabía que yo podría ser su peor enemiga.

- Pues.. No es por nada importante Felix. Más que todo se trata de curiosidad y ganas de volver a verlo. Pensé que quizá la proxima vez que lo viera no tuviera que irse tan rápido - le dije recordando la vez anterior cuando me dijo que tenía algo importante que hacer y se fue. Le sonreí levemente y le di la espalda para caminar lentamente dejandolo detras de mi.

Sentí algo que era inexplicable. Era como un... ¿cosquilleo? ¡NO! Me estaba volviendo loca, eso no me podía pasar a mi. Fue algo de mi subconsciente, así que no le presté atención y miré a Felix con cara seria y amable a la vez.

- También sería un honor para mi que usted me acompañara querido Felix. - le dije sonriendo y acercándome a él.

Él me miraba interesado, y yo también a él. Intenté que mi cara no mostrara ninguna emoción, pero no podía hacerlo, sin embargo traté de que quizá la complicidad y eso de el secreto frances no fuera revelado de ningun modo... Vi como rió después de hablarme la primera vez y no comprendí porqué la risa, sin embargo no cambié mi expresión. Sólo seguí caminando a paso lento y decidido a su posición.

Cuando empezó a hablar nuevamente sonreí - Supongo que así parece señor Felix... - sonreí porque pensé que quizá esta sería una "historia escrita en oro" con un final no tan lindo como debían ser este tipo de historias.. Yo sabía que el sólo hecho de estar allí con él ya era malo, pero también comprendía que era una masoquista de primera y no me importaban las consecuencias.

Vi como reía y eso me hizo sonreír a mi también. Acorté la poca distancia que nos separaba y me coloqué delante de él en un segundo.

- Bien, entonces señor no, descartado. - le dije bromeando un poco.

Le sonreí y él empezó a hablar de nuevo. Lo escuché atentamente y esperé que terminara. Así que él quería saber quién era yo pero ¿qué le podía decir? Tendría que inventarme una historia pronto, rápido, aunque yo verdaderamente no creía que los vampiros italianos sospecharan algo de nosotros, porque en realidad no habíamos hecho nada, sólo planes y planes, todo estaba hablado y grabado en nuestras mentes, no había nada escrito ni puesto en práctica.

Amablemente así como él me habló, yo le respondí. - Bueno sí, al parecer la vez anterior alguien estaba muy ocupado -lo miré divertida- Mi nombre es Audrey como ya lo sabes, y soy Francesa. Vengo aquí cada cierto tiempo a alejarme un poco de la rutina de mi vida, supongo que ya sabes que esta vida es un poco aburrida si no sabes divertirte... o quizás no lo sabes. Tengo unos cuantos años ya siendo vampira, y no recuerdo muchas cosas sobre mi vida humana. Sin embargo sé que nací en Francia también... - decidí salir por la tangente, decir la verdad ayudaría mucho - ¿Y que tal usted? ¿Tiene algo interesante que contarme o todavía tiene más preguntas para mi? - le sonreí y por pura ociosidad me senté en una roca muy grande que había a unos cuantos metros de donde él se había quedado parado.

Le sonreí en respuesta. Deberes... Como los que yo debería estar cumpliendo quizá. Sonreí de nuevo para tapar mi preocupación. Estar aquí me estaba haciendo ponerme paranoica.

- Bueno sí, cuando eres... importante, supongo, los deberes son lo primero antes que otra cosa. - le dije en respuesta.

- Vaya entonces son muchos siglos... ¿Qué tantos? - pregunté por no tener otro tema de conversación, pues eso no era lo más importante realmente. No quería hablar de más tampoco.

Asentí levemente y luego de pensar un poco sonreí.

- Sí supongo que eso no tiene importancia... Dígame, quiere dar un paseo por acá conmigo? - le pregunté levantándome de la roca donde estaba y acercándome a él a paso lento.

Sonreí por su comentario y acorté el espacio que había entre nosotros para colocarme a su lado y empezar a caminar... No tenía ninguna otra cosa que hacer que fuera más importante que esto, y por eso no me preocupaba.

- Dígame - lo miré mientras seguía caminando -, ¿es casualidad encontrarlo aquí?

Vaya entonces parece que sí es una casualidad señor, aunque quizá no, porque no tenía nada que hacer y he venido a ver si lo encontraba - me puse en frente de él y coloqué mis manos en su bien formado pecho - le molesta si... - me acerqué un poco más y susurré en su oído:- desea ir a otro lugar, o aquí le parece bien? - le sonreí esperando su respuesta.

Sentí sus manos levantándome y poniéndome a su altura y me complací, ahora estaba más cerca de lograr lo que quería; besarle. Antes de hacer cualquier cosa de las que pasaban por mi mente, pasé mis manos por su cuello, acariciándolo al pasar por allí. ¿Qué era lo que este hombre hermoso y desconocido hacía conmigo? Empezaba a sentirme muy atraída por él. Era muy lindo y además, estaba dispuesto, o eso me demostraba.

- Supongo que aquí está bien... Estamos solos, quizá eso ayude - le sonreí mientras le sonreía pícara, dejando ver en mis ojos lo que mi cuerpo buscaba.